martes, 15 de mayo de 2012

Impulsar la legalización de la marihuana en México


Creo que es importante impulsar entre los ciudadanos la opinión de que es mejor legalizar —lo que implica poner reglas, normar, normalizar, y no simplemente liberalizar, aunque mucho de liberal tendría la medida— que mantener una prohibición sólo útil para aumentar los recursos de los delincuentes y las organizaciones mafiosas dedicadas al narcotráfico. Es en este momento, cuando la política gubernamental de combate al crimen organizado está a punto de comprometerse con una serie de metas con los Estados Unidos a cambio de los 500 millones de dólares que le van a enviar en equipo militar, policial y en asesores, cuando el Estado mexicano está a punto de invertir siete mil millones de dólares en una guerra perdida, cuando es importante decir que nada se podrá contra los criminales mientras tengan dineros provenientes del mercado negro. La cantidad de recursos que se maneja en el mercado ilegal de las drogas es lo suficientemente alta como para sostener la guerra contra el Estado. En un país con la desigualdad de éste, el ejército de reserva de los narcotraficantes es suficientemente grande como para mantener la operación frente a unos agentes del Estado corruptibles, incluso con mejor nivel técnico, más armamento y asesores gringos. Además, existe una forma muchísimo más racional de manejar el problema de las adicciones y los costos sociales y familiares de las adicciones: que el Estado regule el mercado, de manera que desaparezcan los incentivos para enganchar a los niños y jóvenes. Un mercado de drogas normado por el Estado, con monopolios específicos de algunas drogas —las duras, por ejemplo— y con liberalización regulada de la marihuana le quitaría completamente los incentivos a las organizaciones criminales dedicadas al mercado negro. En el caso de las drogas es evidente que en lugar de gastar siete mil millones de dólares en una guerra perdida, se les podría ganar a los carteles (así, sin acento) legalizando y tomando el Estado en sus manos el mercado. Además de todo, podría obtener recursos importantes de las cargas impositivas que le pusiera a las drogas. El dinero ahorrado y el recaudado se podrían invertir en educación, información y prevención de las adicciones y también se podrían invertir en la mejora del clima de convivencia en las ciudades, en más actividades recreativas y culturales para los jóvenes. Es perfectamente posible comenzar con la marihuana.


Es evidente que se trata de una droga injustamente satanizada, cuando en cambio es legal el alcohol violento y asesino, culpable de la inmensa mayoría de los accidentes mortales de tráfico, y el tabaco, adictivo hasta la desesperación e indudablemente mortal, droga inútil, nada divertida y efímeramente placentera. El tabaco atrapa a casi todos los que lo consumen y a una buena parte los mata. El alcohol también atrapa y destruye. No a todos, pero a muchos de los que lo usan. Y mata alrededor de donde se consume, ni siquiera sólo a los que se lo beben. Y la prohibición ha demostrado su absoluto fracaso ahí donde se ha impuesto. En el caso del alcohol en Estados Unidos, doce años fueron suficientes para permitir la acumulación originaria de muchas de las mafias que todavía operan en otros rubros de los mercados clandestinos. Cuando Roosvelt acabó con el despropósito puritano, el paso se dio de la prohibición a la liberación absoluta, con la creación de un mercado multimillonario que ha abusado de la publicidad, aún más que las tabacaleras, ahora culpabilizadas. La política que se está siguiendo con el tabaco es una opción más racional. Se está restringiendo el espacio público para fumar y se está eliminando la publicidad, sin prohibir ni la venta ni el consumo. Ese es un caso de regulación extrema del mercado de un producto adictivo, dañino para la salud y con consecuencias sociales, pero a nadie se le ocurriría el desatino de prohibir completamente el tabaco. El mercado negro surgiría de inmediato y las ganancias del crimen organizado se multiplicarían. La marihuana es mucho menos dañina. Nadie se ha muerto por sobredosis de THC, hay formas de consumirla que evitan la combustión y los efectos de ésta en los pulmones, y es mucho menos adictiva. Los marihuanas no suelen agredir al prójimo, como sí lo hacen los borrachos, y si bien es cierto que son un peligro al volante, no lo son más que los beodos convertidos en campeones de fórmula uno. Frente a unos y otros la actitud del Estado debe ser la misma: cero tolerancia a la conducción ebrio o marihuana. Pero si no conducen y si no se meten con el prójimo, entonces tanto los borrachos como los marihuanas deberían ser objeto del absoluto respeto por parte de los demás. Hay una ruta posible para impulsar la legalización de la marihuana en México ahora. Si se suman voces ciudadanas a favor de una ruta inteligente en tres etapas. La primera buscaría eliminar la criminalización de los consumidores de marihuana. Se trataría de fijar cantidades de posesión para el consumo personal como legales —tres gramos parece lo sensato— y de fijar sólo penas informativas para los consumidores. En un segundo momento hay que impulsar la legalización del uso médico de la cannabis, suficientemente documentado, y la tercera etapa sería impulsar la legalización del cáñamo para uso industrial, con lo que muchos agricultores podrían transformar sus plantíos destinados a la marihuana en plantíos rentables de cáñamo especializado en la fibra o en la celulosa, sin contenidos significativos de THC. En éste, como en otros asuntos, es indispensable la acción de los ciudadanos que creemos que es posible encontrar mejores soluciones a los problemas de convivencia con base en la acción eficaz de un Estado laico que fundamenta sus posiciones en criterios científicos y no visiones morales particulares. La de la marihuana es una causa ilustrada. Conozco muchos intelectuales, artistas e incluso políticos que fuman marihuana habitualmente y no son ni criminales ni monstruos a los que hay que someter. Incluso la inmensa mayoría de ellos tampoco son adictos necesitados de un programa de rehabilitación y los que lo requerirían lo necesitan más por el alcohol que por su consumo inmoderado de mota. Es hora de que salgamos a defender una causa que nos involucra, sin hipocresía y sin moralismos idiotas.

1 comentario:

  1. Discúlpame, pero no creo que esa sea la manera, hay que poner bien el acento y tener cuidado en como son las cosas, que es lo que se desea y como es que sucedería; la ruta que se propone en este articulo, es mas represión disfrazada, es regalarle a las industrias y trasnacionales los recursos de México y de los mexicanos, personalmente estoy en contra de la liberación total pues eso definitivamente tendría un impacto negativo en los estratos mas desprotegidos, la ruta que me parece mas acertada es en primer inicio impulsar el autocultivo, esto no es encontrar lo redondo del circulo, hasta antes de Fox era legal tener hasta 3 plantas hembra, esa cantidad se hace algo limitada, podríamos adoptar un numero mas razonable como en el caso de los algunos estados del gabacho donde se puede tener hasta 7 plantas, esa es una forma real de ser independiente del mercado negro, aunado a esto pueden impulsarse los cannabis club que son organizaciones sin animo de lucro que sirven para tener un mejor control sobre el origen, destinos y tendencias de los consumidores, como una opción para los que no quieran o no puedan cultivar, el segundo punto y muy importante es que si se llegan a producir cultivos a escala comercial estos deben estar solo en los lugares de cultivo tradicional y solo ser cultivada por etnias indígenas, si se deja el mercado libre las tabacaleras, o si se limita a "cannabis medicinal", tendremos a Syngenta, Monsanto o GWFarmaceutical monopolizando el mercado y haciendo transgénicos, eso es el México que no queremos; basta de despojar a México de sus recursos naturales!!! como tercer punto y derivado del anterior, se debe de prohibir la importación de material genético ajeno a estas tierras, nada de variedades no aclimatadas, nada de ruderalis, los españoles trajeron la Cannabis sativa por ser una buena productora de fibra y esa genética aun esta en muchas variedades nacionales, que se haga el mejoramiento genético con el germoplasma que hay en esta tierra, y eso aplica tanto para mejorarla para producción de fibra, como para el mejoramiento de sus propiedades psicoactivas, nada de medias tintas; con estas 3 simples acciones, junto con la investigación para aplicaciones medicas, fines industriales y como fuente de energía renovable en forma de biomasa, estaríamos en la dirección correcta, el México que queremos es uno en donde todos seamos iguales, es vergonzoso que por un lado se "legalice" el consumo, pero a cambio te conviertes automáticamente en enfermo, y las opciones son tratamiento o cárcel, u si que modernos somos.
    Y discúlpame, pero 3 gramos es una ridiculez, el marco legal actual es de 5gr y aun es causa de problemas para los que si somos consumidores (me lo dudo de la autora del articulo por mas Hoffman que se sienta) la venta en calle actualmente supera generalmente los 5gr (promedio de 10 -20gr), eso solo estimula la necesidad de estar recurriendo frecuentemente al ruedo. Por cierto no se donde vives pero no has de vivir en el DF, no hace falta que ilegalizen el tabaco, subieron el precio del tabaco y el comercio ilegal ahora también juega en la escena, falta salir de casi cualquier estacion de metro para ver cajetillas de países sudamericanos a $10 a $15 en los puestos
    W-T

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